Por todo lo alto: el último éxito del cine francés es de verdad, no es un truco de marketing

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El cine de Francia resurge con fuerza gracias a una película que integra emoción, comedia y reflexión, desmarcándose de los clichés habituales. «En lo más alto», dirigida por Emmanuel Courcol, es un tributo al cine comercial, resaltando su habilidad para unir a las personas mediante relatos humanos y universales.

El cine francés vuelve a brillar con una película que combina emoción, humor y reflexión en una propuesta que se aleja de los convencionalismos típicos. «Por todo lo alto», dirigida por Emmanuel Courcol, es una obra que se convierte en un homenaje al cine popular, reivindicando su capacidad para crear comunidad a través de historias humanas y universales.

Una narración que resuena con todos

Una historia que conecta con todos

La magia de esta película radica en su capacidad para involucrar al espectador no solo como un observador pasivo, sino como alguien que se siente parte de la historia. Esto se logra gracias a un guion que resalta los matices humanos y a las interpretaciones brillantes de Benjamin Lavernhe y Pierre Lottin. Ambos actores logran transmitir con profundidad las emociones de sus personajes, creando una conexión genuina con el público.

Uno de los aspectos más destacados de la película es su capacidad para tratar temas universales, como la familia, la solidaridad y la importancia de los lazos humanos, desde una perspectiva accesible y cercana. En lugar de recurrir a artificios o pretensiones, la historia se cuenta con una honestidad que la hace profundamente conmovedora. Courcol, conocido por su aversión a los convencionalismos de las élites, reafirma su compromiso con un cine que celebra la igualdad y la humanidad compartida.

«En lo más alto» se perfila como un modelo ideal de cine comercial en su máxima expresión. En lugar de apoyarse en fórmulas vacías o tópicos superficiales, la película encuentra su potencia en la autenticidad de sus personajes y la forma en que trata asuntos universales. Con un estilo que evoca en ocasiones al cine británico de clase trabajadora, como «Billy Elliot», Courcol desarrolla una narrativa que navega con sutileza por los tópicos del melodrama, evitando caer en exageraciones y sentimentalismos exagerados.

«Por todo lo alto» se sitúa como un ejemplo perfecto de cine popular en el mejor de los sentidos. Lejos de recurrir a fórmulas vacías o clichés superficiales, la película encuentra su fortaleza en la autenticidad de sus personajes y en la manera en que aborda temas universales. Con un estilo que recuerda por momentos al cine británico de clase obrera, como el de «Billy Elliot», Courcol construye una narrativa que transita con elegancia por los tópicos del melodrama, sin caer en exageraciones ni sentimentalismos fuera de lugar.

La película culmina con una escena final que es, en sí misma, una celebración de la comunidad y el arte. La interpretación del «Bolero de Ravel» a cargo de un coro improvisado simboliza perfectamente el espíritu de la película: un canto a lo colectivo, a lo humano y a lo compartido.